Todos los padres, madres o quienes se encuentren ocupando este lugar, procuran ser correctos con sus hijos, desempeñar apropiadamente su rol y realizar de forma acertada sus funciones como padres. Es claro que ser papá o mamá en ocasiones lleva a tener experiencias con altos niveles de satisfacción, no obstante esto, también existen en otras situaciones importantes niveles de ansiedad y tristeza, experiencias que generan frustración, abandono e insatisfacción. La familia es uno de los entornos y contextos de crianza más importantes y próximos en los primeros años de vida, aquí es el lugar donde el ser humano adquiere sus primeras experiencias de apego, las primeras habilidades y los primeros hábitos que permitirán conquistar la autonomía y las conductas decisivas para la vida.
Como en cualquier proceso, el desarrollo del embarazo está expuesto a un margen de error, en el cual se pueden obtener diferentes resultados, entre ellos anomalías congénitas. Estas representan una ruptura en la historia personal de los padres e incluso de los hermanos del niño que viene en camino. Todos en general guardan expectativas frente al nuevo integrante. Se genera una expectativa anticipada del bebé y cuando éste no cumple con la misma, surgen una serie de reacciones desadaptativas a nivel cognoscitivo, emocional y conductual que, de no ser modificadas, acarrean consecuencias negativas en la vida emocional de los padres y la crianza del hijo. Los padres en estos casos, generan una serie de pensamientos automáticos que generalmente terminan en estados emocionales adversos y en la inestabilidad “temporal” de la dinámica familiar.
Frente a la noticia de un diagnostico en el desarrollo del embarazo o el momento del parto los padres inician un intenso proceso de duelo en el cual el adecuado desenlace es la base para el ejercicio de una práctica de crianza adecuada. El lazo afectivo que se crea y se consolida durante la primera etapa de desarrollo, juega un papel decisivo en la construcción de la personalidad de ambos miembros de la díada (madre-hijo / padre-hijo) y en la forma en que el pequeño estructura su experiencia. Se muestran una variedad de conmociones, que afecta inicialmente el núcleo familiar, y se extiende hacia la familia extensa, comunidad inmediata y la sociedad en general; lo que induce a la movilización de recursos dentro de los sistemas de salud, educativos y sociales en los que se encuentra el niño.
Ser padre y/o madre, es una gran responsabilidad de la cual se desprende el educar, intervenir, guiar, orientar, influir, mostrar, para generar un adecuado crecimiento de la persona, con el objetivo de potenciar y optimizar su desarrollo y madurez, generando entonces las condiciones indispensables para el desarrollo saludable de los niños, niñas y adolescentes.
Por lo anterior el apoyo mutuo que exista entre padres llega a ser decisivo en el proceso de apego, adaptación y desarrollo. Para esto, se recomienda compartir las responsabilidades del cuidado del niño. Generando vínculos afectivos cálidos que funcionan como barrera de protección, de ser duraderos, generan aceptación y sentimientos positivos. También se necesita estimulación y apoyo para el aprendizaje a nivel familiar y educativo con el fin de lograr una alta motivación y el desarrollo de sus capacidades. Esto supone conocer características y habilidades de sus hijos. Es importante compartir tiempo de calidad con ellos.
REFERENCIAS
Capano, A. y Ubach, A. (2013). Estilos parentales, parentalidad positiva y formación de padres. Ciencias Psicológicas, 7(1), 83-95
Fucks, M.&Leineker,K. (2012). “Afrontamiento en madres durante el tratamiento de Fisura Labio Alveolo Palatina (FLAP) de sus hijos” Tesis no publicada. Universidad Católica Argentina: Paraná Entre Ríos – Argentina.
Máiquez, M. L., Rodrigo, M. J., Capote, C., y Vermaes, I. (2000). Aprender en la vida Cotidiana. Un programa experiencial para padres. Madrid: Visor.
Rendón A MI, Trebilcock E, Plórez-Alarcón L. Análisis de las distorciones cognoscitivas de madres de niños con malformaciones congéntitas. Revista Colombiana de Psicología. 2001; 10
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]